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contra los enemigos de sí mismos

Salmo 083

En otro tiempo conspiraban contra ti, Padre,
porque aun había hombres justos que luchaban,
hombres honestos que asumían responsabilidades
y denunciaban la injusticia del ambicioso.

Pero ya no quedan entre los gobernantes hombres justos,
hombres honrados, porque, aun cuando quisieran serlo,
ya no saben qué es honradez ni qué es justicia.
Confunden la dignidad humana con la integración social.

Se alimentan de consumo, en el sexo se hacen valer,
su máximo ideal: la fortuna, solo luchan por el acomodo,
se recrean en la infamación, se encierran en clanes,
de la muerte se esconden: se esconden desesperadamente.

¿Son éstos los hijos del Altísimo, los que traerán la Paz?
¿Son éstos los sabios inteligentes que no se dejan engañar?
¿Podrán darle estos sabios sentido a la vida el hombre?
Ante la muerte, toda su sabiduría culmina en la resignación.

Han conseguido construir esa cárcel fastuosa: el consumo,
donde se exaltan las facetas más instintivas del ser humano:
bajo el nombre de “libertad” se revuelcan en la cochambre.
Éstos son nuestros guías, los que nos representan.

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