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PALABRA

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06/12/2006

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obsequio

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Los que esperan la lluvia mirando al cielo viven tumbados debajo de los árboles como si tuvieran derecho a ello, y se vuelven exigentes para con los demás y permisivos para consigo mismos porque están habituados a recibir el regalo del cielo sin devolver nada a cambio. No valoran lo que se les da porque no se valoran a sí mismos. Si se les dice que ya no caerá más la lluvia, quizá entonces se levanten y se pongan a cavar pozos.

Los que se alimentan de liebres salvajes ponen trampas y esperan, se ocultan y observan, como si las liebres fuese el ejército de sus enemigos. Si se les dice que una epidemia ha matado a todas las liebres del campo, tal vez se aventuren a construir una choza y a criar animales de los cuales alimentarse. Y cuando un hombre cría a un animal y lo ve crecer para luego sacrificarlo, ése sabe lo que vale la vida.

Los que esperan a que la fruta silvestre esté madura y que el grano de los campos abiertos pueda ser recogido, ésos sólo miran, como si el regalo de la naturaleza fuese un derecho al que no es necesario corresponder. Si se les dice que el fuego ha arrasado los campos y que no habrá más fruta ni más grano, tal vez se decidan a cultivar sus propias tierras. El alimento es el mismo, pero el agricultor mantiene su dignidad.

Si el pozo ha sido construido, el cielo devolverá la lluvia. Si el ganado está bien cuidado, por los montes correrán miles de liebres. Cuando los campos de cultivo estén listos para la cosecha, en los campos abiertos habrá vuelto a brotar la fruta silvestre y todo el grano. Porque el cielo es generoso con la generosidad y regala al que no se siente en el derecho de recibir sus obsequios.

En la azotea de la torre está guardado el tesoro del amor. La amistad son los cimientos de esta torre, la confianza son sus puertas, la comunicación son sus escaleras, la intimidad y el respeto son sus paredes. Si la torre está bien construida el tesoro estará siempre a salvo, pero si la torre estuviera mal construida se derrumbaría justo a las puertas de la culminación. Siempre hay una torre que espera ser construida.

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