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capítulo 63 (comentario)

texto: capítulo 63

Con la inteligencia racional el ser humano cree ver más allá de lo que las cosas mismas muestran y así adquiere conocimientos añadidos que le llevan a la subjetividad. Mediante la inteligencia, el ser humano crea imágenes mentales de la realidad, no ve ya la realidad misma, sólo ve su imagen mental. De esta manera se adentra en la artificialidad. La realidad de las cosas sigue su camino en lo natural, y los esquemas mentales humanos caen derribados y han de ser reconstruidos una y otra vez.

Los preceptos morales existen para contener las actitudes abominables, y las leyes sociales para impedir abusos y crímenes. Porque la moral se opone a las aberraciones, por eso se dice que es buena, y porque las leyes se oponen a los abusos, por eso se dice que son buenas. Pero ni la moral ni las leyes pueden erradicar ni aberraciones ni abusos. Lo realmente bueno sería que no existieran preceptos morales ni leyes sociales. Moral y ley son recursos de contención, no de verdadera transformación trascendente.

El hombre astuto es mirado con admiración porque sabe conseguir con artimañas lo que, de manera natural, no conseguiría. El insensible, el que no se compadece sino que, con el corazón frío, avanza hacia su objetivo sin detenerse ante nada, ése también goza de la admiración de los hombres del mundo, porque aparenta seguridad en sí mismo, que es lo que al hombre sensible y compasivo le falta para llegar a culminar muchos de sus anhelos frustrados. Así surgen los impostores y los ladrones de guante blanco.

No se puede prescindir de la inteligencia racional, ni se pueden erradicar la moral ni la ley, ni se pueden invertir los valores de la astucia y la insensibilidad sino en el Camino de un Ideal que esté por encima de todas estas cosas. Un Ideal sublime que haga inservible toda tentativa de artificialidad, que saque a la luz del ridículo cualquier acción premeditada, un Camino que se oculte ante cualquier falta de Amor. Un Camino que lleve a los seres humanos al retorno hasta la sencillez, hasta el candor natural y original.

texto: capítulo 63

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