|
No es el sol el que gira en torno a la tierra, sino la tierra en torno al sol. Las estrellas no son luces clavadas en una bóveda, son grandes masas incandescentes que se desplazan y giran en el espacio. La tierra no es plana ni el mar tiene un límite en el que los barcos caen a un abismo monstruoso y sin fondo, sino que es redonda y gira sobre sí misma.
Las iglesias no son una tierra plana fuera de la cual sólo existe un abismo monstruoso de condenación. Es necesario que los hombres, firmemente asidos al Cristo, salgan al mar a descubrir nuevas tierras. Las creencias no son luces estáticas enclavadas en una bóveda sólida, son expresiones que giran y se desplazan en el espacio infinito de la fe.
No es la Luz de Dios la que gira en torno a las iglesias, sino que son las iglesias, junto con todas las expresiones de la auténtica espiritualidad en el mundo, las que giran en torno a Dios. Se sonríen ante las concepciones cósmicas antiguas, pero no se dan cuenta de que sus concepciones espirituales están fundamentadas en los mismos principios.
Muchos siglos hicieron falta para que hombres atrincherados en conceptos cósmicos comprendieran que el universo es mucho más grande y más abierto que como ellos lo querían ver. Por lo mismo, tal vez muchos siglos harán falta para que las religiones comprendan que no son ellas las que poseen la Verdad del Cristo, sino a la inversa.
Fuera de las instituciones eclesiales, de los ritos y de los dogmas, también luce el Sol de la divinidad, y cuando las iglesias ven la noche, eso no significa que la Luz de Dios se haya apagado, porque en otra parte del mundo espiritual, en otros ámbitos donde los seres humanos buscan sinceramente a Dios, se estará viendo la Luz en toda su plenitud.
|
|
