KYRIE ELEISON

     

epílogo

   

LÓGICA RACIONAL Y SENTIDO ESPIRITUAL

      E

capítulo 14


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  Dios le habló a Abraham y le hizo una promesa, y Abraham creyó.
A partir de esta experiencia, el padre de la fe se puso en camino. Se formó un pueblo, llegó Jesucristo, y ahora existe una Iglesia que se mantiene a través de los siglos, y que poco a poco se va purificando en la búsqueda de la Unidad y de la pureza en la fe.
Marx concibió una serie de ideas y, apoyado por Engels y otros, se formó toda una ideología que fue la que erigió la Unión Soviética. Unas décadas después la Unión Soviética se vino abajo. Y muchos pueblos han quedado en la miseria.

La fe es fruto de la experiencia interior. La obstinación es fruto de las ideas, es decir, de la experiencia exterior.
La fe tiene vida en sí misma, por sí misma se impone. Sólo hay que cuidarla y protegerla de los influjos que tienden a desvirtuarla.
Las ideas no tienen vida en sí mismas, necesitan ser apuntaladas con argumentaciones porque, de lo contrario, se desvanecerían por completo.
Así pues, no confundamos fe con obstinación.
 

He aquí una serie de historias:

1) Unos objetos materiales dentro de otros. Unos electrones se desplazan en impulsos de diferente densidad. Unas láminas se ven tensadas y distendidas y mueven así el aire que les rodea.

2) Una vara metálica se ve influida por el movimiento de cargas magnéticas. Estos influjos son recogidos en masas metálicas que a su vez los trasmiten haciéndolos cada vez más intensos.

3) Una cavidad se estrecha y expulsa el aire que había dentro introduciéndolo en un conducto donde se le somete a un proceso de condensación y dispersión.

4) Un hombre está triste y se sienta a escuchar una cantata de Bach.

Las cuatro historias son la misma, todas obedecen a una realidad, pero la única verdadera es la última.
En la primera historia se describe cómo llegan a producirse sonidos en un altavoz a partir de un proceso electrónico. En la segunda historia hablamos de la radio o la televisión. En la tercera se describe cómo un instrumentista de viento hace sonar su instrumento.
El hombre está triste y quiere escuchar música de Bach. Puede accionar un aparato de música, o poner la radio o asistir a un concierto.

Las cosas no se conocen en profundidad en el análisis lógico de las mismas, sino en el impulso que las lleva a ser, en la intención.
La lógica de las cosas es de orden material, el sentido es de orden espiritual. Nada se mueve sin un sentido, sin una intención. Ninguna causa lleva implícita en sí misma el efecto que le corresponde, sino que es el sentido, la intención que está por encima de ella, lo que la define.

Las tres primeras historias, ¿qué nos aclaran sobre la tristeza del hombre y la música de Bach? Nada en absoluto.
La teoría de la evolución, ¿qué nos dice de la realidad humana? Nada en absoluto.
Procesos encadenados de causa-efecto. Pura lógica, pura materia. No hay conocimiento del sentido de las cosas, no hay Verdad, sólo hay razón y lógica. No se trata de negar ninguna de esas teorías. Posiblemente el proceso, visto desde el punto de vista meramente racional, realmente fue así. ¿Y qué?


Nuestra cultura occidental adora la expresión exterior y desprecia la vivencia interior del hombre. Venera la concatenación causa-efecto pero no tiene luces para vislumbrar el sentido del movimiento.
El sabio occidental acumula datos y teorías en su mente, y a la postre sigue sin saber nada.
El sabio oriental (al menos en la filosofía antigua) no se detiene en la manifestación superficial de los hechos, sino que busca una razón de ser, un sentido que está por encima de lo físicamente visible.

Dios fue arrancado del corazón del hombre y luego fue reducido a una idea. Como idea, ajena a la experiencia interior, se desmorona.
El "Dios" que los ateos niegan no existe. Tienen razón al negarlo.
El "Dios-idea" que el racionalismo nos ha impuesto no sirve para nada. No salva a nadie, es inoperante y hay que apuntalarlo continuamente para que no se venga abajo.

Hombres que adoran a otros seres y creen estar en la verdad. ¿Estamos hablando de fe sólidamente asida a una vivencia interior, o de obstinación que emana de la fascinación por las ideas?
Mucho habría que discutir para llegar a dilucidar si el Dios al que tantas iglesias y sectas veneran es el Dios de Abraham, Padre de Jesucristo, o es el "Dios-idea" que nos somete desde afuera a leyes implacables a cambio de una salvación misteriosa. Una transacción comercial de muy escasa credibilidad.


Brujos, adivinos, videntes, sanadores, curanderos, iluminados. Donde está la carroña, allí van los buitres.
Pero si no hay muerte, no hay carroña. ¿Qué es lo que nuestra civilización está matando?
Nuestra civilización racionalista está matando el espíritu y su sangre salpica por todos lados.
¿Puede un hombre apagar su necesidad de alimento con sólo proponérselo? ¿Puede matar su apetito sexual sólo por respeto a unas ideas?
Nuestra civilización racionalista intenta matar la inquietud trascendente del hombre y luego se sorprende de que por todos lados revoloteen los buitres. Apesta a carroña por todas partes.
Locos unos y locos los otros. Locos que se pelean entre sí sin posibilidad alguna de entendimiento.

No podría existir el hambre si no existiera el alimento. No existiría el apetito sexual si no existiera el otro sexo. ¿Cómo entonces puede existir, desde los comienzos de la historia de la humanidad hasta nuestros días, esa necesidad de trascendencia si ésta no pudiera ser satisfecha?
La necesidad de trascendencia es hambre profunda de toda la humanidad, y el único alimento capaz de satisfacerla es Jesucristo.

Nuestra civilización está enferma. Unos se jactan de los logros de la ciencia y del bienestar que han alcanzado mientras otros se mueren de hambre en países pobres. Locos de remate que no ven más allá de sus propias narices.
Los imperios caen, las ideologías se deshacen, las ideas mueren y hasta las doctrinas se corrompen. Al final sólo queda la fe.
Y la fe es aceite que no se puede intercambiar. Cada uno debe procurarse su propio aceite para que cuando llegue el Esposo, comience el banquete y se cierren las puertas, nadie se quede fuera.