KYRIE ELEISON

     

epílogo

   

LOS DIOSES

      E

capítulo 17


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  Desde occidente observamos a una muchedumbre de oriente adorando a uno de sus dioses. "¿Cómo pueden creer en esas cosas? ¡Qué equivocados están!"
Luego entramos en una iglesia, vemos a un motón de gente poniéndole velas a Santa Rita, o joyas y trajes a la virgen de su zona, y nos parece muy normal. Incluso hasta nos parece bueno, pues reconocemos que hay fe en ellos.
Éstos occidentales y aquellos orientales están haciendo exactamente lo mismo, no están más equivocados unos que otros.

Algunas iglesias protestantes se escandalizan: "¡adorando imágenes!, eso es paganismo y está expresamente prohibido por Dios, ¡estas prácticas provienen de Satanás!"
Pero ellos a su vez idolatran la Biblia como si se tratara de un libro mágico, y no son capaces de hacer Verdad las palabras que hay escritas en ella.
¡Dulces cantos a Dios!, pero allí nadie da la vida por nadie.

Una persona, amiga mía, no cree en Dios ni en Jesucristo, pero cree en Santa Rita. Y en su testimonio dice que la santa le concede lo que ella le pide.
¿Realmente se lo concede Santa Rita? No, se lo concede Dios a través de su fe.
La fe de esa muchacha es un tesoro, una llama que no hay que sofocar, ni mucho menos satanizar, sólo hay que purificarla y redirigirla hacia el verdadero Dios.
 

Los dioses existen. Allí donde los hombres se reúnen y se aúnan en la adoración a algo superior que los posee, allí ha nacido un dios.
El ámbito del espíritu no es una masa informe que sólo se concreta en individualidades físicas. Existen individualidades superiores que mantienen a los hombres sometidos.
Pero estos dioses no tienen vida en sí mismos, sino que toman su existencia de los hombres que les adoran. Cuando las comunidades se dispersan, los dioses mueren.

Dios Padre no es el resultado de una adoración en asamblea, porque Dios Padre tiene Vida en sí mismo. Él reúne la asamblea, no para afianzar su existencia, sino para dar Vida a los hombres.
Los dioses paganos no pueden dar nada, porque todo lo que tienen lo han tomado de los hombres que les adoran.
Padre Dios no necesita nada de los hombres: se manifiesta para dar, no para recibir. Y esto lo hace por Amor.

Pero Dios Padre no es un nombre, ni una idea formada a partir de una descripción tomada de la Biblia.
Los hombres se reúnen en asamblea y muchas veces, pronunciando el nombre de Dios Padre, están adorando, al mismo tiempo y sin saberlo, a otro dios al que no conocen pero que se ceba en ellos, les somete para poder existir. Es un dios intruso que se aprovecha de la humildad de los hombres para arrebatarle al Padre su pueblo.

A veces parece como si la presencia de Dios en el mundo dependiera de la existencia de las iglesias. Esto es un equívoco muy revelador: ¿Quién es ése que está reclamando la asamblea para no dejar de existir? No es Dios Padre.
Pero nada de esto queda fuera de la providencia divina. Dice el Señor: "Llegará el día en el que los hombres sólo adorarán a Dios en Espíritu y en Verdad".
¡Llegará el día! Cuando ese día llegue, y sólo entonces, los hombres estarán adorando exclusiva e inequívocamente a Dios Padre. Mientras tanto es inevitable que otros dioses, parásitos del Padre, hagan acto de presencia.

Por eso hay que tener cuidado con las asambleas cerradas, con los grupos y las iglesias que acaparan a los hombres situando a Satanás fuera de ellas. Pues si Satanás está fuera, entonces es mejor dejarse someter dentro, mas ¿es verdaderamente Padre Dios el que somete a los hombres? ¿Acaso necesita Él de la asamblea para poder existir y manifestarse a sus hijos?
Cuidado también con los colectivos cuyos miembros se parecen demasiado entre sí, "algo" les está robando su personalidad, su identidad, su autenticidad.

La asamblea en iglesias es necesaria pues es signo visible de la verdadera asamblea espiritual, que es la Comunión de los santos. Mas siendo la Comunión de los santos sólo una, ¿cómo es que hay tantas iglesias enfrentadas y tanta división dentro de ellas?
No es culpa de las ideas, ni de la ortodoxia de las doctrinas, es culpa del desamor. Los dioses no quieren morir, por eso retienen a sus adoradores alejados de todo entendimiento con el resto de la humanidad. Si la asamblea que les sostiene se dispersara para formar otra asamblea más universal basada en el Amor, estos dioses morirían. Y ellos se resisten a morir porque no tienen vida en sí mismos, sino que la toman de los hombres que les adoran.


"¿Cómo que los dioses existen? ¡Fantasías! Sólo Dios existe. Lo demás sólo son fenómenos sociológicos." Nuevamente se hace uso de la razón para privar de contenido la realidad de las cosas.
No nos engañemos. "Opus Dei" no es la denominación de un carisma dentro de la iglesia católica, sino que es el nombre de un dios ambicioso e implacable.
"Testigos de Jehovah", éste es el nombre de un dios posesivo, excluyente y justiciero.
Y, en algunos casos, las palabras "católico" o "evangélico", llevadas al fanatismo, pueden ser nombres de dioses. Sobre todo cuando se esgrimen estos términos para excluir al prójimo en provecho propio.

¿Por qué los llamo "dioses"? Porque no difieren en nada de los dioses paganos a los que rechazamos. Si a ellos les llamamos "dioses", no cabe otro término para hablar de éstos. Sólo que éstos están revestidos de ideas cristianas: lobos disfrazados de corderos.
Dios Padre nunca excluye ni somete, sino que incluye, concilia, libera y obsequia sin límites ni condiciones.

Los llamo dioses porque los occidentales, que se ríen y desprecian los "dioses" de los orientales, no ven que no son ellos distintos que los otros, que no están ni más equivocados ni más en la verdad, sino que simplemente están cayendo en la ridiculez y en la inmadurez de creer que la verdad sólo llega hasta donde ellos puedan razonar.