KYRIE ELEISON |
|||||||
epílogo |
|||||||
LA ROCA |
|||||||
E |
capítulo 21 |
||||||
La afirmación que, ante el Cristo, dice: "Tú eres el Mesías, el hijo de Dios vivo", es expresión de la verdadera fe. No está sustentada por argumentaciones ni es fruto de deducciones racionales, sino que es revelación interior del Padre. Por eso dice el Señor: "Eso no te lo ha revelado la carne, sino el Padre celestial". Esa fe es roca, es piedra que no se desplaza ni se rompe cuando se ve envuelta en tormentas, por eso ata y desata, porque, en su firmeza, somete todo lo que le rodea. Por eso, esa fe tiene las llaves del Reino de los Cielos, porque está situada en la Verdad, y es la única que puede traspasar lo perecedero, sin corromperse, para alcanzar la eternidad. La Iglesia esta edificada sobre la piedra de la fe iluminada por el Padre celestial. No es la "fe" del mundo, que ahora cree y luego se decepciona y cambia de parecer según cambian las circunstancias exteriores, sino la verdadera fe que no se deja seducir por el colorido de las cosas del mundo, porque no tiene su asiento en el exterior, sino en el interior, que es donde el Padre ilumina al hombre y le revela sus misterios. La Iglesia ata y desata en su Camino hacia el Padre. No por los criterios personales de nadie, ni por voluntades humanas que buscan su propia conveniencia, sino como resultado de su firmeza, y sólo es firme aquello que se adhiere a la Luz interior. Por eso muchas iglesias, cuando atan, el Cielo desata, y cuando desatan, el Cielo vuelve a atar, porque se han apropiado de lo divino para hacer valer lo humano. Se han valido del Poder de la Luz interior en el Padre para someter y poseer el colorido de las cosas del mundo. La Iglesia es la manifestación viva del Reino en el mundo. Los que han muerto ya no pueden seguir luchando, sólo les resta esperar. Pero nosotros que aun estamos vivos tenemos la oportunidad de levantar un poco más el Reino de los Cielos. Somos la Iglesia, manifestación viva del Reino en el mundo. Pero nuestra unión no es una conglomeración, sino una comunión: Cada hombre de fe, de verdadera fe iluminada por el Padre, no es una parte de la Iglesia, es toda la Iglesia. Por eso Cristo, cuando habló de Iglesia, no lo hizo reuniendo a todos sus apóstoles, sino que lo hizo sobre la fe de un hombre concreto: "Tú eres Piedra, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia". Porque no se trataba de que cada uno hiciera gravitar su fe en la de los demás: Esto es lo que hace el mundo, las personas "creen" en las cosas porque disfrutan del consenso de una mayoría. No es así en el Reino: Cada hombre ha de ser piedra que ate y desate apoyándose solo y exclusivamente en la fe interior iluminada por el Padre. Pero eso lo vuelvo a decir: Cada hombre de fe no es parte de la Iglesia, es expresión y manifestación de toda la Iglesia. No se trata de propugnar el individualismo, sino de discernir el sentido profundo de lo que es la Comunión cristiana: Cristo no está dividido, sino que es Uno con el Padre. El que se hace Uno en Cristo no pasa a formar una parte de Él, sino que se identifica totalmente en Él. Así se cumple plenamente la promesa de Cristo: "La Verdad os hará libres". Ser libre según Cristo y ser librepensador son dos cosas muy distintas, e, incluso, antagónicas. |
||||||