KYRIE ELEISON

     

epílogo

   

VALOR ETERNO, VALOR FINITO

      E

capítulo 25


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  El oro puede derretirse al fuego, puede quebrarse y esparcirse, pero no por eso deja de ser oro.
Pero si al papel moneda, por valioso que pueda ser, se le prende fuego, ya habrá perdido todo su valor.
Las ideas son el papel moneda del espíritu. Al igual que con un billete se le puede dar de comer a un hombre hambriento, también una idea puede dar luz y consuelo a un hombre perdido en su vacío interior.
El dinero en lo material, las ideas en lo espiritual, nada de esto tiene valor en sí mismo, el valor viene dado por sus frutos.

Con el dinero el mundo da valor a lo que no lo tiene y se lo quita a lo que lo tiene.
El dinero hace que unos hombres coman más de lo que necesitan, adquieran más cosas de las que van a utilizar, acaparen tierras y propiedades que, estando allí para servir a la humanidad entera, sólo les presta servicio a ellos. Mientras tanto, otros no puedan satisfacer ni sus necesidades más elementales. Unos se banquetean con el dinero público, otros trabajan sin descanso y apenas pueden tener muchas más ilusiones que el simple hecho de sobrevivir.

Las ideas son el dinero del espíritu. Por medio de las ideas los hombres se hacen poderosos y someten a otros hombres, incluyen y excluyen, juzgan y marginan sin compasión. ¿Dónde se dice en las escrituras que los hombres serán juzgados por sus ideas? Sin embargo, por sus ideas, muchos hombres se han visto excluidos y perseguidos por instituciones religiosas desde las antiguas religiones paganas hasta las iglesias cristianas de hoy en día.

La autoridad natural pertenece por derecho a aquél que sólo mira por el bien común. Ninguna otra cosa es verdadera autoridad. Sin embargo hombres sin autoridad, que defienden las riquezas de unos pocos en perjuicio de la mayoría, acaparan el poder social y se convierten en gobernantes. ¿Cómo es posible esto? Mediante las ideas.
Las ideologías son torres fortificadas que les permiten a los hombres vulgares ponerse por encima, y que les impiden la entrada a aquellos otros que gozan, por derecho natural, de la verdadera autoridad.

La autoridad espiritual sólo obedece a un principio: el conocimiento personal de Dios.
Ni el estudio de las escrituras, ni la posición en el escalafón jerárquico institucional, ni ninguna otra cosa puede capacitar a un hombre para ostentar la autoridad que viene de Dios.
Un occidental puede estudiar chino hasta llegar a saber tanto como un doctor de la China, pero no por eso deja de ser occidental y se convierte en chino.
En el hombre que pertenece al Reino se manifiesta la autoridad del Reino, pero el que no habita en él, por muchos conocimientos que recopile, nunca podrá manifestar esta autoridad.

Cuando un país se desestabiliza económicamente hasta el extremo, su moneda se devalúa y se hace necesario eliminarla. Entonces se pueden almacenar los billetes en montañas de papel y prenderles fuego: Nada se pierde. Pero el que tenía almacenado mucho dinero en el sótano de su casa se queda sin nada.
Montañas de ideas serán apiladas y se les prenderá fuego, y arderán y no se perderá nada. Pero aquéllos que habían puesto toda su confianza en las ideas se quedarán desnudos en el vacío.
Dirán: "Defendimos tus ideas, Señor." Pero ese "Señor" al que invocan no es el Dios de Abraham, no es el Padre de Jesucristo. No puede salvarles, porque de él tampoco ha quedado nada, ni rastro.

Cuando el interior de un hombre está lleno de ideas, allí no cabe Dios. No hay sitio para Él.
Si el hombre no recupera el candor con el que fue creado, no puede entrar en el Reino de los Cielos. Y cuando Dios creó al hombre en estado de candor, ¿qué ideología le impuso?
No existen ideologías candorosas, sólo existen actos y actitudes candorosas.
La idea del Amor excluye al verdadero Amor.
La idea de la humildad excluye la verdadera humildad.
La idea de Dios excluye a Dios. Por eso Él es el innombrable, del que sólo se puede decir: "Es".

El dinero es símbolo de la riqueza, las ideas son expresión del corazón.
Si eliminamos las riquezas y nos quedamos con el dinero, ¿de qué nos vale? Mientras todo esté a oscuras, muchos pensarán que son ricos, pero cuando brille la luz, llegará la desesperación.
Si dejamos enfriar el corazón y nos quedamos con las ideas, muchos pensarán que están sirviendo a Dios. Pero la oscuridad no tiene entidad, no puede oscurecer la luz, y sin embargo la luz puede deshacer la oscuridad. Cuando la Verdad aflore y nada pueda ya quedar encubierto, muchos "siervos" de Dios le buscarán, y no le encontrarán.

Cristo no vino a arreglar el mundo proponiendo ideas, sino que vino a sacarnos de él.
Cuando un hombre vive plenamente en la Verdad de su interior, ya puede el mundo entero ponerse en contra suya, que él no se inmuta.
Sin embargo, en el mundo, los hombres no pueden sostenerse indefinidamente en sus ideas si éstas no son compartidas por otros hombres.

Un hombre con autoridad no se inmuta si no se le escucha, al contrario. Dice: "para que aun teniendo ojos no vean, y aun teniendo oídos no oigan."
Un hombre sin autoridad y en posición gobernante, cuando no se le obedece levanta sus ejércitos contra sus adversarios. Necesita que sus ideas sean asumidas por los demás y así está reconociendo que el valor de lo que piensa no es valor en sí mismo, sino que lo toma del consenso de sus asociados.