KYRIE ELEISON

     

ESPÍRITU

   

 

      E

libro 3 - capítulo 08


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  Una extraña sensación me indica cuando lo que veo parte de lo más profundo de mi pureza, y cuando se genera como consecuencia de un proceso deductivo posterior. Las ideas se resisten a permanecer desvinculadas entre sí en mi mente, y buscan la coherencia. Si permito que esto ocurra, ya no existe la posibilidad del nuevo hallazgo, porque lo que se cierra tiende a guardarse de todo intrusismo.
Lo que nace de dentro encuentra su sitio en el exterior cuando no hay nudos, cuando el convencimiento no está sostenido por la razón de la coherencia. El silencio interior permite que cada cosa ocupe su lugar sin forzar vínculos, y abre los oídos a las palabras del Espíritu.
En el silencio, el hombre se sitúa en el espíritu, permanece en el Amor y el impulso se atenúa purificándose. Los órdenes construidos se dispersan y permiten la formación de otros nuevos, que no son necesariamente consecuencia lógica de los anteriores, sino reestructuraciones completas basadas en el nuevo hallazgo.
Y ni lo expresado antes ni lo expresado después es la Verdad, sino que la Verdad está en la dirección que señalan ambas expresiones, porque el conjunto de ambas es la manifestación del impulso de la fe. Sólo el hombre asido al espíritu puede descubrir la fe porque vive en el Amor ausente de Temor, y entonces también podrá hacer y rehacer sus conceptos sobre las cosas sin temor ni inseguridad. Esto no puede hacerlo el que está asido al orden lógico del cosmos, porque cualquier contradicción significaría el hundimiento de todas sus frágiles certezas.

Por eso yo no intento demostrar nada ni intento ser consecuente hoy con lo que dije ayer. Tengo la convicción de que siempre estoy diciendo lo mismo, porque mi fe no está proyectada en mis expresiones, ni depende de ellas, sino que sólo depende de mi humildad y mi adherencia a Dios.