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PALABRA

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30/10/2005

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no llaméis a nadie "maestro"

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Cuando el agua brota del naciente, ya nada la detiene. Si se encuentra con una hondonada, la llena y sigue su curso. Si se tropieza con una pared, no intenta derribarla, sino que la bordea y sale por el lugar de menor resistencia. Si se encuentra ante un abismo, no teme, sino que se arroja al vacío y continúa.
El agua que brota del naciente hace todo esto sin perder su propia naturaleza, sin dejar de ser ella misma.

Así también el Reino que brota del naciente de Cristo no se detiene aunque los hombres se detengan.
Jesucristo habló con mucha dureza a los sacerdotes, escribas y fariseos, y ellos no quisieron escucharle: antes bien, se reafirmaron en sus posturas (mas no todos). Pero el Reino no se detuvo, sino que salió al camino y recogió a todos los excluidos que por allí deambulaban.

Consejeros, maestros, padres: Las iglesias cristianas están llenas de ellos. Los hombres se aprovechan de la fuerza del mensaje cristiano para ponerse por encima de sus hermanos, para conseguir honores y poder. Se sientan en los primeros puestos en las asambleas, permiten ser recompensados, adulados, y acaparan para sí una gloria que en verdad va dirigida a Dios (mas no todos).
Tampoco el Reino se detendrá ahora. Si el tiempo del cambio ha llegado y ellos no se convierten, se quedarán atrás y todas sus distinciones terminarán siendo motivo de burla.

El tiempo del cambio ha llegado, hace ya mucho que toca en las puertas de las iglesias. ¿Cabe esperar una reacción diferente a la de los sacerdotes, escribas y fariseos de la época de Jesús?
El Reino tiene un destino y no se detiene a luchar contra nada: Llena las hondonadas, bordea los muros, salta los precipicios. Los que se dejan arrastrar, ésos irán en cabeza, pero los que prefieren reafirmarse en sus lugares de privilegio, ésos se excluirán a sí mismos.

La Iglesia que está naciendo no está delimitada por ninguna institución. No tiene jefes, porque la lleva Jesucristo mismo. En la nueva Iglesia, todos los hombres tienen criterios respetables. Vienen de diferentes iglesias institucionales, o de ninguna.
La nueva Iglesia no es ostensible: Los hombres necesitan ver piedra y cemento para saber que algo existe y que es importante, pero el Reino es como el agua: Fluye sin detenerse, y sólo los que se sumerjan en esta corriente de Agua viva estarán avanzando en la Verdad que lleva a la Libertad.

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30/10/2005

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