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16/11/2005

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época de tormenta

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En época de tormenta muchos son los que recurren a las iglesias para guarecerse, y respetan e incluso se someten a las instituciones. Pero cuando la tormenta pasa, salen de las instituciones renegando de ellas y muchos incluso se avergüenzan de haber obtenido ayuda.
Cuando los armazones materiales del individuo se resquebrajan, la soberbia se apaga y llega la angustia, entonces hay como una especie de retorno a la niñez, y recuerdan las primeras enseñanzas morales que recibieron. Rehechos estos armazones, la soberbia vuelve y dicen abandonar las cosas de niño para retornar a la madurez.
Sólo aquellos que nunca antes habían conocido las iglesias cristianas, vuelven con verdadera gratitud, porque sólo ellos son capaces de valorar la Fuerza sanadora del Espíritu.
Es la historia de los diez leprosos: Sólo el extranjero regresó para darle gracias a Jesús. Sus paisanos, una vez curados, ya no se acordaron más de él.

Que las iglesias cristianas puedan ser un refugio para las personas angustiadas no es malo, pero no son éstos los que luchan en el mismo sentido que Cristo. Éstos sólo son los que buscan su propio interés y, cuando consiguen lo que quieren, se van y no regresan.
Los hombres verdaderamente eficaces, los auténticos cristianos son los que luchan en épocas de bonanza. Ésos son los que construyen el Reino en la tierra. Y no se someten a las instituciones porque no buscan de ellas su interés personal, sino que son críticos, mantienen su independencia y unos criterios que no se acomodan al sistema establecido, sino que buscan directamente la voluntad de Dios a partir de la Luz de la propia conciencia.

Los jóvenes, que deberían luchar del lado de Cristo, se encuentran en una situación de imposibilidad. Por una parte se les ha enseñado que el mensaje cristiano sólo está dentro de las iglesias, por otra parte, dentro de estas iglesias se les obliga a asumir criterios de otros que dicen ser intermediarios entre Dios y los hombres.
Mientras que las instituciones no le reconozcan al cristiano laico su dignidad, no sólo como hijo de Dios, sino también como ser humano capaz de ser iluminado por el Espíritu, no se puede esperar un cambio positivo en las iglesias.
Las jerarquías no están para decidir cómo se ha de pensar ni cómo se ha de sentir, ni para manipular la conciencia de los hombres. Las jerarquías pueden y deben dar pautas, pero también deben estar dispuestas a escuchar a los laicos en una situación de absoluta igualdad.

Desde luego que los concienzudos estudios realizados por los religiosos son las más de las veces un serio impedimento para escuchar la voz de Dios. Y esto porque los estudios sobre Dios levantan una barrera en el conocimiento personal de Dios, predisponen al prejuicio, y están basados en el acuerdo de supuestos doctores y no en la pureza del corazón de cada ser humano.
El protagonismo del laico en las iglesias, especialmente en las iglesias católicas, es una necesidad urgente. Existen unas formas que deben conservar una cierta unidad, porque todo debe estar constituido por un alma y un cuerpo, y si en el cuerpo no existe estabilidad, tampoco el alma será estable; y las jerarquías son las que están llamadas a instaurar esa estabilidad material mediante las formas rituales. Pero cada cual debe saber dónde está el límite de sus funciones. Manipular la conciencia de un ser humano es un pecado muy grave.

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16/11/2005

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