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PALABRA

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03/01/2006

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movimiento

040

El novio llega a la casa de la novia, la toma, la hace su esposa y se la lleva consigo. No se queda allí, en la casa de la novia bajo las órdenes del padre de la casa, sino que la saca de allí y se la lleva, porque él, junto con ella, va a edificar un hogar nuevo.

El Esposo llega al mundo para realizar los preparativos de la fiesta de bodas, la instauración del Reino de Dios. No se acomoda en el mundo sino que edifica un Hogar nuevo: No edifica palacios episcopales, no cobra dinero a través de los impuestos del emperador, no ostenta ninguna forma de poder humano ni se alía con los poderosos del mundo, porque no es el mundo su hogar, ni el padre del mundo es su señor.
Al contrario, toma a su esposa y se la lleva, y juntos inician un Camino desde el mundo hasta el nuevo Hogar que el Esposo ha preparado.

El que está en camino porque tiene una meta bien definida, un ideal en el horizonte, ése deja en el borde del camino todo aquello que le sobra, lo que no va a necesitar para su marcha. Porque el ideal que le impulsa es muy fuerte, su anhelo es muy profundo. No quiere que nada le impida avanzar.
Pero si se sienta al borde del camino y comienza a cavilar sobre todo lo que le sobra, todo lo que le falta, las cosas que aun podría conseguir y aquéllas de las que se podría desembarazar, entonces esto es signo de que este hombre no tiene ningún ideal claro, su anhelo es superficial, y en realidad está pensando más en su acomodo que el hecho de avanzar en el camino.

Los que le dan muchas vueltas a la moral y se tornan rigoristas, ésos se han sentado al borde del camino. No tienen el ideal situado en el horizonte, sino en la propia tierra, donde quieren edificar su casa para luego poner el rótulo: “Mi casa está edificada a la vera del camino del Cielo.”
No existe camino hacia el Cielo sino aquél que se está recorriendo. No existe ninguna casa edificada en el mundo que esté más cerca del Cielo que cualquier otra. El esposo se ha ido y la esposa se ha quedado, porque no lo ama verdaderamente y prefiere sentirse protegida por sus padres.

La moral se define a sí misma cuando el hombre está en movimiento, cuando ha salido de su egocentrismo y ha situado su razón de ser fuera de sí.
Bien está que los muertos del mundo se rijan por leyes morales. Ellos no van a ninguna parte, están recostados en el mundo, y todos los placeres les son pegajosos. Están quietos, por eso les es imposible desembarazarse de la impureza, que se adhiere y forma costras difíciles de arrancar.
El que está en movimiento, el que de verdad avanza por el Camino con el Esposo, ése no necesita de leyes morales, porque la moral se define claramente: “Lo que ayuda a avanzar es bueno, lo que obliga a detenerse es malo.”
No existe otra moral que ésta.

¿Qué queda fuera del ser humano? ¿Cómo puede salir de su egocentrismo e iniciar una Camino de verdadera salvación?
En el prójimo, sólo en él.
No sería posible concebir a Dios si no existiera el prójimo. No existiría mensaje de salvación, no sería posible la Vida eterna. La existencia del prójimo es absolutamente necesaria que para exista promesa, purificación y salvación.
Prójimo es todo aquél del cual tenemos noticia. Y el mundo entero tiene noticia de que muchos hombres mueren de hambre mientras que otros se divierten y derrochan la riqueza que estaba específicamente destinada desde el Cielo a éstos, a los que se mueren en la pobreza.

Ladrones y asesinos protegidos por las leyes del imperio terrenal. E incluso alguno de éstos se atreve a decir: “Nosotros somos cristianos, y Jesús nos ha hecho prosperar. Que ellos también se conviertan y así saldrán de la pobreza.”
¿Blasfemos o necios de remate?

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03/01/2006

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