|
Cuando un hombre se sumerge en un río que corre ladera abajo, por cada brazada en la misma dirección de la corriente avanzará cien. Pero si nada en dirección contraria, apenas si logrará mantenerse en el mismo sitio y con mucho esfuerzo.
“Al que tiene se le dará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.”
El que tiene los ojos abiertos a la Luz y avanza en dirección a ella, avanzará cien por cada paso que dé.
El ciento por uno no es un capricho divino, sino que es consecuencia natural de la propia esencia del universo: Todo se desarrolla y crece bebiendo del manantial que no se consume.
De la tierra surge la vida elemental. La vida elemental crece hasta formar los animales. De donde no existía, surge la inteligencia, y esta progresión siempre va en aumento, nunca decrece. ¿De dónde obtiene esa energía de ilusión, entusiasmo y vida para no agotarse? Con cinco panes y dos peces se puede dar de comer a una multitud, ¿cómo es posible? Porque lo que logra engarzarse en la matriz generadora del universo mismo y beber el pozo infinito de la Vida, crece sin posibilidad de merma.
El que ve la Luz y camina hacia ella, no acepta los obstáculos, porque su entusiasmo por el descubrimiento no tiene vuelta atrás. Es como el hombre que camina por el campo y descubre un tesoro enterrado. Vende todo lo que tiene y compra aquel terreno.
La impureza es un obstáculo. Incluso fuera de todo contenido moral, la impureza sólo puede satisfacer al hombre que ha decidido no caminar e instalarse en el mundo donde se vive el placer escondiendo la muerte.
Un caminante vislumbra un Punto en el horizonte, se entusiasma y dirige sus pasos hacia él. En el camino se encuentra un obstáculo que le impide avanzar hacia su objetivo. Entonces intenta por todos los medios salvar ese obstáculo.
Pero si la eliminación de obstáculos se convierte en la razón de ser del caminante, llegará un momento en el que éste se preguntará: “¿Obstáculo para llegar a dónde?”
No sirven palabras consoladoras, palabras de entusiasmo fingido que no se contagia.
El Punto en el horizonte es el Amor que conduce a la conciliación de todo lo que está separado. El obstáculo es la impureza.
No se desplaza en la misma dirección del torrente de la Vida aquello que todo lo conduce a la aglutinación mezquina en el círculo cerrado de una supuesta verdad absoluta. Aquí no hay Norte, sino que sólo hay obstáculos. Y cuando los obstáculos se han terminado, entonces hay que buscar más, o inventarlos, porque en realidad no saben quiénes son ni a dónde van.
|
|