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05/03/2006

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Dios-Creador

058

Llegar al concepto de Dios razonando sobre el origen del universo es llenar un hueco racional con la imagen de un misterio, pero ahí no hay verdadero hallazgo. Ni siquiera de la idea del Dios-Creador se desprende necesariamente el principio de Justicia universal, ni los valores eternos, ni la trascendencia de esta vida a otra Vida superior.
Cualquier iniciativa de construir razonando sobre este principio puede llevar a la elaboración de toda una teoría del origen cósmico y sus posibles consecuencias, pero en ningún caso puede llevar al hallazgo de la Verdad.

Fuera del Espíritu de Cristo, la sola idea del Dios Creador y Legislador, es más bien un principio ideológico. Puede condicionar actitudes religiosas, como la elaboración de los rituales para la adoración y el sacrificio, y todo esto originado por el miedo a la Justicia divina ante la imposibilidad de cumplir todas sus Leyes: “Aplacar la ira de Dios”.
Estas ideas han sido muy utilizadas por instituciones religiosas y políticas para mantener al pueblo bajo un control muy estrecho. Al sacar a Dios fuera de su propia obra, se hace necesaria la institución de mediadores que son los que administran el poder de Dios sobre la tierra. Así, el poder humano se afianza mediante procedimientos religiosos.

Sin embargo Dios no es un ser ajeno a su propia obra. La idea del Dios-Creador que hizo el universo fuera de Él, le impuso unas Leyes, y lo puso a rodar para observarlo y finalmente juzgarlo, es una idea que habría que revisar. Separar a un dios de su obra es un concepto pagano de la divinidad, donde el dios se definía más por su poder que por su vinculación. Pero al decir “Dios es Amor”, se está hablando de una vinculación completa, hasta el punto de la fusión, pues el Amor culmina en la identificación.
Jesús, sin menoscabo alguno de la unidad e infinitud divinas, vinculó a Dios con el hombre hasta el punto de la absoluta identificación en su propia persona. Y esta divinidad humana se traduce en un testimonio de Amor hasta el límite de la muerte.

La idea de Dios que hemos heredado está demasiado manipulada y desvirtuada. Por una parte se ha alejado excesivamente del hallazgo original, por otra parte todo hallazgo debe ser renovado. No importa encontrar lo mismo, lo importante es encontrarlo.
A Dios hay que volver a descubrirlo. El hecho de leer libros puede ayudar a despertar la inquietud y a sugerir caminos, pero no puede mostrar a Dios. A Dios sólo se le puede descubrir desde la propia experiencia personal, y todo lo demás no es sino sobreabundar en lo que ya está repleto.

Ese dios mudo, que habló en un tiempo a modo de advertencia, y luego volvió a callar, ese dios no existe. Le conviene a los poderosos mantener a Dios callado, porque unas escrituras se pueden domesticar, pero una Palabra viva que fluye sin cesar iluminando todo lo que los hombres pretender esconder, esa Palabra es subversiva y hay que enmudecerla.
El poder mira primeramente por su propia estabilidad, y luego viene todo lo demás, inclusive la verdad que defiende y que le ha dado la autoridad que ostenta.

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05/03/2006

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