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06/03/2006

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juicio final

060

El universo tiene su origen en la unidad, y todo su desplazamiento no tiene otro objeto que la conciliación en la unidad original de todo lo que está dividido.
Se rompen pequeños círculos para formar círculos más amplios.
Los idiomas se extienden e intentan hacerse comprensibles.
Las ideas buscan aceptación para que los hombres puedan congregarse.
Los estados firman tratados y se forman naciones más grandes.
Los pueblos se mezclan, el género humano se aúna.

El punto de unión no es arbitrario. Las cosas sólo se pueden unir allí donde todas, sin excepción, se encuentren aceptadas. La recapitulación no puede tener otro centro que el Amor incondicional, que vive sin consumirse.
Sólo el que aborrezca al Amor puede quedar fuera de la recapitulación universal.
El que excluye a su hermano, ése aborrece al Amor.
El que no da de comer al hambriento ni de beber al sediento, ése aborrece al Amor.
El que no comparte todo lo que tiene con aquél que lo necesita, ése aborrece al Amor.

Mientras el universo busca la conciliación, toda unidad imperfecta se rompe en busca de una unión más plena, pues las cosas no saben dónde está el centro. El cosmos es permisivo para los que buscan y yerran.
Mientras el universo busca la conciliación, los hombres pueden aprovecharse para hundir al prójimo y quedar ellos a flote.
Cuando todas las cosas del universo vislumbren el Centro de la Unidad, Jesucristo, en torrente fluirán hacia Él. Entonces ya nada podrá sostener a los enemigos del Amor.

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