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27/03/2006

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signos y prodigios

067

Nada es imposible para Dios. Muchos signos lo demuestran. Pero Dios no se complace en contradecir el devenir natural que Él mismo creó e impulsó.
El ser humano se siente aprisionado por su propia naturaleza, y quiere escapar de lo natural para alcanzar lo sobrenatural. Por eso busca signos y prodigios. Por eso identifica a Dios con el Poder, con la capacidad para jugar con la naturaleza a capricho.
Pero en los signos divinos no existe nada que no sea natural, porque la naturaleza es sublime expresión de la voluntad divina.

Nada es imposible para Dios. Jesucristo lo demostró con muchos signos, pero no es en el milagro donde se puede lograr el verdadero conocimiento de Dios.
La naturaleza es sublime expresión de la voluntad divina, no existe nada en ella que pueda separar al ser humano de Dios, a no ser la pretensión de encontrar lo sobrenatural fuera de la propia naturaleza: Lo sobrenatural no existe fuera, sino que es aquella parte de la naturaleza que el ser humano no alcanza a racionalizar.
«Si ustedes no ven señales y prodigios, no creen.»

El ser humano necesita de la confusión racional para darse cuenta de que no sabe nada, de que todo puede escapar a su control, y de que, si aun hay algo que pueda controlar, hoy lo tiene seguro y mañana se le va de las manos.
El ser humano cree en el Dios de los prodigios y no cree en el Dios de lo natural y lo estable. Pero no es el Dios de los prodigios el que le va a salvar, porque los verdaderos frutos se dan con esfuerzo, en la voluntad divina y dentro del decurso natural de la vida. No se dan frutos de Vida eterna a golpes de milagros y prodigios.

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