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28/03/2006

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manantial de Agua viva

068

Nunca te he visto, pero aun sin conocerte, hermano, aun sin saber quién eres, yo te guío, te llevo por el Camino que estoy recorriendo. Nunca me has visto, pero tú, aun sin conocerme, aun sin saber quién soy, me sigues, te dejas llevar porque tu Templo y mi Templo no son dos cosas distintas, sino que en nuestro interior profundo somos uno en el Padre a través de Cristo. Uno en el Padre porque hemos descubierto nuestro origen común. A través de Cristo, porque no hemos sido nosotros los que hemos abierto Camino donde no había nada.

Imágenes antiguas para describir realidades nuevas.
Nada puede elevarse a sí mismo si no es aplastando todo lo que está a su alrededor; ni puede enriquecerse a sí mismo si no es empobreciendo a todos los demás. Nosotros estamos aplastados y empobrecidos, nos han cerrado todo poder hacia el mundo, por eso la puerta de nuestro interior se ha abierto y la estancia del Templo se ha iluminado.
Aplastados y empobrecidos, caminemos juntos por el Camino de la Vida.

Del altar del Templo bota un manantial de Agua limpia, Agua pura que todo vivifica, sanando enfermos y resucitando muertos en el espíritu.
No somos nada, por eso podemos translucir la Luz divina. No estamos recubiertos ni de poder ni de dinero, por eso de nosotros mana libremente el Agua de la Vida. De nuestras palabras cuando hablamos, de una mirada, de una caricia, el Amor realiza el milagro inocente, que no llama la atención sino que se funde con lo más simple de la naturaleza para que sólo el que tenga oídos pueda oír.

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