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Cuando existe una conexión interior entre dos personas, un cariño que llega más allá de los meros afectos, la propia naturaleza se reordena poco a poco para que se produzca un reencuentro. No es posible que la unión entre personas que poseen una sintonía interior dependa sólo y exclusivamente de los azares de la vida. El mundo del espíritu tiene una fuerza inmensamente superior a la del mundo de la materia.
De hecho, el mundo material es sólo forma visible de la realidad espiritual, que es verdadero contenido.
En el mundo del espíritu compiten fuerzas contrarias. Las luchas que parecen librarse exclusivamente dentro de un orden material, intelectual e ideológico, económico y social, resulta que no son otra cosa sino la expresión visible de otras guerras que se libran en el ámbito de lo invisible. El hombre que lucha contra las injusticias sociales exclusivamente con armas materiales y racionales, fracasa inevitablemente. Si la lucha no se remonta al orden espiritual, no existe esperanza de victoria.
Por eso, esa imagen tan tergiversada y deformada del ‘Espíritu Santo’ tiene un contenido en verdad grandioso que es necesario redescubrir.
La fuerza del Espíritu Santo no es ostensible, no hace alardes ni se opone al mal frontalmente, sino que espera a que el mal se enrede en su propia negación y se destruya a sí mismo. Entonces es cuando el Espíritu Santo realiza su obra, que a veces se hace esperar, pero que siempre da un fruto permanente.
Al igual que dos almas unidas por el vínculo de un amor sincero siempre se reencuentran, también existe un reencuentro cósmico de todo aquello impregnado por el impulso del Amor.
La comunión de los santos tampoco es fantasía heredada de algún mito
del pasado, sino una conciencia muy profunda de los fundamentos espirituales del cosmos.
Todos aquellos que luchamos por la Justicia con las armas del Amor estamos estrechamente unidos por una Fuerza espiritual impresionante. Entonces el hombre es capaz de hablar con Verdad sobre cosas que no conoce, ¿cómo es esto posible?
Antes de que Jesucristo muriera en la Cruz, en el mundo del espíritu todas las fuerzas luchaban en igualdad de condiciones, tanto las fuerzas positivas como las negativas.
La instauración del Reino es, hablando en estos términos, el triunfo de un Principio espiritual sobre todos los demás: El triunfo del Amor sobre la muerte destructiva.
El que se impregna de esta Fuerza y se sumerge en ella, nunca verá la muerte destructiva, sino que experimentará la trascendencia a una Vida eterna.
Éste es el significado de ‘creer en el Cristo’.
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