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PALABRA

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16/05/2006

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la Paz del Cristo

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El que no tiene vida en sí mismo no puede revisar los cimientos de su ser. Es como un hombre que intenta reparar su barca en alta mar. No puede desmontarla porque se hundiría. Tiene que conformarse con parches. Y deberá sacar el agua del mar que entra en la barca continuamente sin poder evitar que siga entrando.
El que tiene Vida en sí mismo, ése puede revisar los cimientos de su ser sin miedo ninguno a hundirse, porque no está cruzando el mar en una barca, sino caminando sobre las aguas. No es el mar quien le sostiene, en ese caso se hundiría, el soporte que le sostiene está dentro del ser, es el propio ser que se ha situado en el eje cósmico de todo movimiento, y por ello no depende de ninguna circunstancia externa.

"La Paz os dejo, mi Paz os doy, pero no como la da el mundo."
La única paz que puede dar el mundo es una barca reforzada, pero por muy segura que sea, nadie puede asegurar que una tormenta no la haga zozobrar. Por eso el hombre del mundo vive esclavo del temor, y por eso siempre busca lugares de evasión, porque la realidad no le permite una estabilidad profunda en su ser, sólo circunstancial.
El mayor regalo del Cristo para el hombre que lucha en este mundo es esa Paz que no se conmueve en ninguna circunstancia, y eso porque no se trata de un soporte añadido al ser humano, sino que se fundamente en el hecho de vivir adherido a la fuente misma de la Vida, fuente que no se acaba porque está situada en la matriz del universo.

El hombre renacido en el Espíritu tiene Vida en sí mismo, y disfruta de la Paz del Cristo. El que no haya experimentado nunca esta Paz no puede comprender estas palabras. La paz que solamente es ausencia de conflicto no es paz estable, no depende de sí misma sino de las circunstancias. El hombre renacido en el Espíritu puede llorar, puede reír, puede soñar, alegrase y decepcionarse, y puede verse envuelto en problemas de gravedad, y esto no afecta en ninguna medida a la Paz profunda de su ser, sino que, al contrario, la fortalece. Y por eso puede entregar libremente su vida, porque al entregar su vida no entrega su ser. Lo que para el hombre del mundo es toda su vida, para el hombre renacido en el Espíritu son sólo circunstancias.

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16/05/2006

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