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09/08/2006

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incertidumbre

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Cuando la incertidumbre anida en mí, ahuyenta al Espíritu de la Verdad, entonces mis anhelos quedan atrapados en mi interior y no encuentran respuesta. Éste es el comienzo del tiempo de la oscuridad y de la frustración. Pero la oración abre una vía entre el Origen y mi espíritu, y permite que el Agua de la Vida entre en mí trayendo la humedad del principio esencial de toda existencia: El Amor.

El Amor abre los ojos de mi espíritu y disipa todo mi temor. El Amor me permite observar la realidad exterior sin agresión, y, por lo tanto, sin necesidad de defenderme. El Juicio de Dios me sosiega, pues yo no imploro privilegios, sino Justicia. Es la Justicia que sana sin dañar a todo aquél que la busca. Éste es el candor que no conoce el miedo, aquél que surge de la presencia del Espíritu de la Verdad en mí.

No necesito defenderme de nada ni de nadie. Mis anhelos han sido situados en un lugar privilegiado dentro del ámbito espiritual del universo. Cuanto menos me esfuerce en conseguir las cosas que mi corazón anhela, con mayor rapidez me vendrán dadas. Porque entre el Origen y yo se ha anudado un vínculo eterno que Él no va a permitir que se rompa jamás. Lo que una vez conoció al Origen, ya no puede desgajarse de Él.

Mis anhelos no tienen forma ni expresión, porque proceden de lo más hondo de mí, allí donde no existen las palabras, y donde los deseos no se materializan en formas engañosas, sino que mantienen su pureza original. De esta manera llego a conocerme, y así conozco también la divinidad que asoma a través de mí. En la naturaleza observo la obra de Dios, pero en mi interior reconozco a Dios mismo.

Pocas cosas son en verdad importantes en esta vida. Muchos hombres viven ansiosos porque sus anhelos permanecen atrapados y no encuentran ninguna vía de satisfacción. Desperdician su vitalidad en conseguir lo que no sirve. Más adentro, hacia el interior del espíritu, donde los deseos pierden su forma material, allí está el punto de partida para realizar todo anhelo cimentado en el amor desinteresado.

Pocas cosas son en verdad importantes en esta vida. Si hemos de luchar por algo, mejor elegir lo que tenga el valor de lo eterno, y dejar la vida en ello. No vale la pena luchar por el placer efímero que alimenta esa frustración que crece con su propia satisfacción. El que lucha por la felicidad de los demás descubre la felicidad plena. El que lucha por la Justicia y por la Dignidad del ser humano, se vincula para siempre con el Origen.

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09/08/2006

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