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Lo que muchos quieren ver como “realidad objetiva” dentro de un entorno social, no es otra cosa que el resultado del ensamblaje de las fantasías de todos los que le rodean. Y una fantasía anhela mantener su presencia, tanto, que cuando alguien le presta atención, se viste de solidez. Lo sólido sólo tienen una razón para existir: la oposición. ¿Cómo decir que algo es sólido y resistente si no existe nada que se le oponga? La oposición genera la lucha, y la lucha genera las estrategias, y las estrategias generan las mentiras, por muy nobles que pudieran ser sus intenciones finales. Unas estrategias exigen otras estrategias más inteligentes, y la sutileza de las mentiras hace crecer la oposición hasta que se hace insostenible. Entonces llega la declaración de guerra:
Guerras entre un hombre que quieren mantener la solidez de sus fantasías oponiéndose a la solidez de las fantasías de otro hombre. Guerras declaradas a raíz de la fantasía de los sentimientos posesivos: Entre un hombre y una mujer, con el falso nombre de “amor”, entre partidos políticos en las que cada partido sólo es capaz de ver la fantasía y la mentira de su oponente, entre instituciones religiosas con el falso nombre “ortodoxia”; guerras entre las naciones, donde la destrucción es irreversible.
A partir de una fantasía sin entidad real, se llega a la destrucción de seres humanos: El sufrimiento y la desesperación, la rabia por la injusticia, la inmoralidad de la muerte de seres humanos con derecho a la vida, y que son asesinados sólo porque algunas fantasías necesitan aparentar realidad destruyendo la auténtica realidad. Por soberbia.
Lo que no es auténtico se disfraza de solidez para esconder su fantasía, y entonces logra su presencia en la oposición. Lo auténtico no se disfraza, no parece sólido, no se opone a nada. Porque lo auténtico no toma su presencia de la victoria en la oposición, sino de su propia autenticidad: “No os resistáis al mal.” Y lo que mejor define el mal es la mentira.
Una victoria con estrategias refinadas levanta un imperio predestinado al hundimiento.
Toda unión artificiosa construye un armazón que muy pronto comenzará a agrietarse. Toda estrategia encaminada a separar dos cosas que se han encontrado en la autenticidad determina la frustración del estratega y el reencuentro de la auténtica relación. Como dos verdaderos amantes separados por prejuicios, así también los verdaderos cristianos separados por conveniencias institucionales están abocados al reencuentro.
Basta no aceptar la oposición. Dejándose engañar, el engaño se destruye a sí mismo. Dejándose empujar, la fantasía pierde su disfraz de solidez y transparenta la mentira que lleva escondida. Por eso, saber esperar en la esperanza es construir una nueva realidad.
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