|
No existe ninguna alianza entre iglesia y estado que tenga un fundamento verdaderamente cristiano. Se justifican diciendo que la alianza con el poder es para conducir al pueblo por el camino del bien, para impregnar todos los estamentos sociales del mensaje de Cristo. El resultado es justamente lo contrario: Se impregna el mensaje cristiano de todos los valores mundanos, y así se designan puestos de honor, títulos nobiliarios, categorías, distinciones. Un estado con su guardia y su moneda en el nombre de Cristo, su monarca y sus negocios, ésa es la mayor burla que pueda hacerse de toda la trayectoria de Jesús desde que comenzó a predicar hasta su muerte en la cruz.
No existe ninguna mentira que pueda llevar a la Verdad.
Jesús de Nazaret no se hizo odioso por una búsqueda deliberada del conflicto. Su misión no era echar abajo el poder religioso de su tiempo, su misión era anunciar el Reino y abrir sus puertas con su pasión, muerte y resurrección.
Jesús trajo una buena Noticia para todo su pueblo, tanto para los jefes como para los más pequeños. Pero Él se hizo odioso ante los jefes porque no aceptó ninguna mentira como mal menor, no justificó ninguna hipocresía sólo para evitar escándalos en las almas candorosas de los fieles. Al contrario, el Reino que anunció precisa de una absoluta integridad.
La situación actual es la de un callejón sin salida, un cristianismo exánime, apagado, religiosidad de ritos y consignas, de palabras repetidas que ya han dejado escapar todo su significado y se han vuelto símbolo de obstinación, ausencia de fe.
Ya no se puede transigir por más tiempo con la hipocresía ni la incoherencia, pues si bien es verdad que en otro tiempo hubo una gran ignorancia, ahora ya esa justificación no es válida. La situación es
de burla descarada y clara determinación de mantener prerrogativas económicas y políticas por encima de cualquier principio cristiano: “Si el mensaje cristiano ayuda a sostener el armatoste eclesial, entonces estará bien proclamarlo, pero si el mensaje cristiano no ayuda a sostenerlo, entonces hay que llamar a doctores para que vuelvan a reinterpretar las escrituras, porque Jesús tal vez pudo equivocarse, pero la iglesia no.”
|
|
