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16/12/2006

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el valle

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El valle de la sencillez está vacío. El valle donde no hay montes a los que subir ni hondonadas en las que esconderse no resulta atractivo porque en ese valle los seres humanos siempre se miran a los ojos, y cada uno es exactamente lo que es, y tal cual es se muestra. La realidad está a la vista, nadie se avergüenza de pensar lo que piensa ni de sentir lo que siente. Las palabras se corresponden con los pensamientos, los gestos con los sentimientos. Los guerreros no encuentran a su enemigo, por eso abandonan las armas, porque se dan cuenta de que sólo estarían luchando contra sí mismos.

El valle está vacío, y en cambio en los montes escarpados abundan los guerreros que se esconden para sorprender y se exhiben para atemorizar. El que mejor sabe engañar, ése gana en la lucha, pero nunca hay verdadera victoria porque los aliados del vencedor resultan ser traidores. En el valle, basta una mirada para que dos seres humanos se entiendan, pero en el monte se encadenan los engaños, los compromisos de fidelidad se rompen y en cambio se afianzan los de traición. En el monte escarpado abundan los guerreros pero, a pesar de todas las alianzas, todos están completamente solos.

Hay que bajar al valle donde todo es sencillo, donde los seres humanos no necesitan excusas ni trámites para obsequiarse unos a otros, donde el amor no es una pugna de contrarios, sino que es la pura expresión de la propia interioridad. En el valle, ningún impulso sincero queda frustrado, porque nada que aflore desde el interior con verdadera autenticidad puede perderse en el vacío de la indiferencia. En el valle sopla la brisa de lo inesperado, pero nadie se preocupa por ello ni busca la forma de protegerse anticipadamente, porque todo lo que haya de llegar siempre será bueno.

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16/12/2006

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