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PALABRA

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04/05/2007

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lodazal

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El Cristo encerrado en sagrarios y rodeado de beatos y cumplidores de leyes, ése es el falso Cristo. Es como la estatua de un gran coloso, estatua construida con levadura farisaica, custodiada por purpurados y protegida con vallas de preceptos morales.
El verdadero Cristo entrega su Paz sumergiéndola en el lodazal de las pasiones, permite que su autenticidad sea rebatida e invita a que se compruebe la Verdad de sus palabras. En lo hondo de la frustración humana, ahí se encuentra escondida la Verdad del Cristo.

En lo alto de los púlpitos están los predicadores, entre cirios, altares y símbolos religiosos. Ahí no resplandece el brillo del Cristo, sólo parpadean las lentejuelas de los que pretender ser portavoces de la Voz divina, y que se llaman a sí mismos “maestros”.
En lo bajo de las envidias, de las pretensiones frustradas, de la codicia del amor humano posesivo, ése es el lugar donde el Cristo pone su semilla, es la tierra fértil que el Reino penetra con sus raíces. Donde la Paz es escándalo, sólo ahí es verdadera Paz divina.

Que conozcan al Cristo los que viven sedientos del placer de los sentidos, los que luchan por hacerse valer y ser reconocidos, los que han perdido el rumbo de los ideales elevados y se han entregado y se han vendido a la esclavitud de los caprichos del ego.
Que conozcan al verdadero Cristo, que no se sube en una tarima para amonestar con sermones ni se viste de púrpura para ostentar una autoridad que no le pertenece, sino el Cristo que se hunde en el lodazal de las pasiones para escandalizar con su Paz.

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04/05/2007

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