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PALABRA

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05/05/2007

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semilla

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Por fértil que sea la tierra, por pura que sea el agua, por muy bien que se proteja del viento y de la lluvia torrencial, de la semilla de un arbusto nunca podrá crecer un roble. Pero si la semilla es de un roble, aunque la tierra no sea tan fértil ni el agua tan pura ni sean tantos los cuidados, al germinar la semilla no brotará otra cosa que un roble.

No mates lo que está vivo, pero tampoco riegues la semilla de lo caduco. Por grande que sea la emoción de ver surgir un hermoso brote de la tierra, eso nunca será garantía de que se vaya a convertir en un gran árbol, ni tampoco va a quedarse pequeño sólo por el hecho de que se le mire con indiferencia. Si conoces la semilla, conocerás el árbol.

Las cosas grandes y duras no pueden generar ni grandeza ni poder. La promesa sublime siempre estará en lo pequeño y en lo frágil. La mirada transparente de un corazón sencillo es la fragilidad que garantiza fidelidad sin condiciones. Pero aunque venzas a quien te declara la guerra, te pasarás la vida guerreando para mantener su compañía.

Al estratega se le vence con una estrategia más inteligente; el poderoso es derribado con una traición; al rico se le arruina con un engaño. Pero al hombre que ama con un corazón limpio, ¿quién lo puede derribar? El que ama sin pretender traspasa todas las leyes, salva todos los abismos, y pone en ridículo al ejército del imperio más poderoso.

No cultives tu campo con la semilla del amor de otra persona ni lo riegues con el agua de su confianza, no sea que caigas preso de la estrategia, de la traición y del engaño. Entonces verás como tu ser se convierte en un desierto de zarzas y mala hierba. Cultiva tu campo con la semilla de tu propio amor y riégalo con el agua de tu propia fidelidad.

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05/05/2007

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