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25/09/2007

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conciencia

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Un criminal encerrado en una celda no comete crímenes, pero no por eso deja de ser un criminal. Éste es el principio de la ley. Jesucristo no habló para fijar rejas más válidas en las mazmorras en las que los hombres viven encerrados, sino para romper barrotes y candados, sacar al hombre de su prisión y conducirlo a la Verdad que le hace libre. Las normas que las instituciones religiosas intentan imponer en el pueblo por medio de las leyes y a través de los poderes políticos no es más que pintura blanca para sepulcros.

El falso cristianismo religioso se limita a construir celdas legales para criminales. El verdadero cristianismo en el Espíritu es el que saca al hombre de sí mismo, de la celda de su propia vida, y le lleva a cumplir toda la ley, íntegramente, sin ni siquiera habérselo propuesto, guiado exclusivamente por la fuerza de la Verdad que se hace presente desde su interior. Instruido por Cristo, desde el Espíritu, y no por otros hombres, doctores en leyes que le fuerzan a ser lo que no es, a sentir lo que no siente, a hacer lo que no quiere.

Las religiones han entrado en la intimidad de los hombres, han invadido lo profundo de sus conciencias, han sacado de allí al Dios vivo que habla a cada hombre en el ‘ahora’ de sus actos, y han introducido a un dios muerto que habló y luego enmudeció, y al que sólo se puede acceder a través de escritos antiguos, estudios teológicos, y a través de unos intermediarios. Estos intermediarios matan al Espíritu en ser humano y toman posesión de su conciencia intentando crear una sociedad de clones sometidos a su autoridad.

Muerto el Espíritu en el ser humano, el Dios vivo enmudece, el dios muerto pierde credibilidad, y el hombre ya no es capaz de encontrarle verdadero sentido a la vida. Por eso se vuelve insolidario, porque no descubre en la vida ningún valor trascendente. Entonces es capaz de matar sin escrúpulos, sin conciencia del mal, porque la vida que elimina no es para él algo sagrado, como tampoco lo es su propia vida, a la que se afierra mientras le dura, pero que la utiliza exclusivamente para disfrutar del placer.

La iglesia romana intenta encaminar a una sociedad de criminales fortaleciendo las rejas de las celdas: Interfiriendo en las leyes sociales pretende blanquear los sepulcros de los muertos en el Espíritu. Pero esos criminales son en gran medida el fruto de la iglesia romana a lo largo de la historia de occidente. La supremacía del valor de la obediencia a la jerarquía por encima del valor de la obediencia a la propia conciencia es veneno mortífero para el Espíritu. El Dios vivo es enmudecido y suplantado por el dios muerto.

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25/09/2007

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