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29/09/2007

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Eva

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véase también: TEMAS/las Bodas/texto 12

Según el cuento bíblico hebreo, Adán y Eva fueron expulsados del paraíso: Ambos. A Adán no le sirvió la excusa de que había sido la mujer la que le había dado a comer de la fruta prohibida. De esa misma manera también serán expulsados del Reino aquellos que hayan sido cómplices de la mentira inducidos por la gran hembra institucional. No les valdrá la excusa de “nosotros sólo obedecimos órdenes de nuestros jerarcas”.

La gran hembra institucional, al igual que Eva, come de la fruta prohibida, el engaño y la mentira, con la esperanza de poder ser como un “dios”, es decir, llegar a controlar el mundo desde una posición de poder. Sus seducidos, todos aquellos que anteponen la voz de la institución a la voz de su propia conciencia, son cómplices del engaño y, por lo tanto, hijos del rey de la mentira. Como lo fueron los judíos que mataron a Jesús.

Dice Jesús: “No tengáis miedo de los que matan el cuerpo, sino de los que matan el espíritu”. Invadir la intimidad de un hombre es signo de prepotencia y menosprecio al ser humano, condicionar su conciencia en beneficio de una ideología religiosa, ése es el mayor crimen que se pueda cometer. Porque es matar su espíritu, es robarle su libertad y convertirlo en un esclavo, en un títere al servicio de unos intereses institucionales.

El viento siempre está a la vista, y sin embargo nadie lo ve. El hombre que ha vuelto a nacer en el Espíritu es como el viento, se oye su rumor, pero nadie sabe de dónde viene ni a dónde va. Pero muchos que dicen actuar en el nombre de Dios se esconden y, a pesar de todo, resultan visibles. Pretenden pasar desapercibidos haciendo inaudible el rumor de la estela de sus actos de alevosía, y sin embargo su sello es inconfundible.

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