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24/06/2006

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la divinidad

texto 2

No me hago cómplice de nada que se haya edificado para la quietud. Cada uno debe saber plasmar en el ámbito del espíritu su propio asidero y la realidad que dé forma a sus anhelos. Ése es el principio de todo espíritu emanado directamente de la divinidad.
El Cielo aparece en el interior del ser humano cuando no consiente en gravitar sobre realidades espirituales, sino que se sostiene en el mismo hecho de surcar el ámbito del espíritu. Como el que se desliza sobre el agua, que sólo se hunde si se detiene.

Para aquél que ha renacido en el Espíritu no existe nada que sea imposible, porque no existe tampoco lógica que se lo impida. El hombre no puede deshacer aquello que le sostiene, y la lógica de los cimientos elaborados para la quietud es la cárcel del espíritu. Si me apoyo en una realidad, ella me pedirá a cambio mi libertad, me impondrá su lógica e intentará robarme mi identidad haciéndome cómplice de su mezquindad. Yo no apoyo mi ser en ningún asidero de quietud pues ello es una traición a mi divinidad.

Es más fácil ser niño que ser adulto. Es más fácil aceptar el candor y la inocencia que elucubrar y premeditar. Sin embargo los hombres siguen luchando por entrar en el Reino haciéndose valer por su madurez y sus capacidades para elucubrar y premeditar. Es más fácil desplazarse por el ámbito del espíritu sin dejarse atrapar por ningún asidero que recostarse sobre realidades de quietud, pero el ser humano prefiere vender la fuerza de su espíritu antes que aceptar la responsabilidad de construirse a sí mismo.

El Padre está en el Cielo, y se manifiesta en el interior de todo aquello que se desplaza libre por el ámbito del espíritu sin dejarse atrapar por la tentación de la inercia. Los que utilizan la fuerza de su espíritu para transformar el mundo, ésos hacen presente la divinidad en el ser humano. El Padre se hace uno con aquél que se convierte en puro movimiento en el Amor. El Amor es la única realidad del universo que busca sin descanso y se renueva a cada instante, no consiente en la inercia ni se deja arrastrar.

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