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23/08/2006

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la divinidad

texto 6

El que mira la luz, sólo ve luz y nada más, y eso es lo mismo que no ver nada. Pero el que se sitúa junto a la luz, ése verá todo lo que esa luz ilumina a su alrededor.
Los que sólo miran hacia Dios, ésos le ponen nombre y atributos, e intentan averiguar sus leyes, sus intenciones, pero en realidad no están viendo nada. Fantasean, porque el verdadero Dios es puro Amor, y el Amor que no es impulso de entrega sino que intenta plasmarse en una idea, inmediatamente deja de ser Amor. Las definiciones que las religiones hacen de Dios no tienen consistencia.

Pero el que mira a la humanidad con Amor, ése se sitúa al lado de Dios, y el que consume su vida en el ideal de la Solidaridad, la Justicia y la Dignidad humanas, ése está en Dios y Dios está en él. Pero entonces la palabra “Dios” ya no será el nombre de la divinidad, sino el símbolo de la entrega en el Amor. Entrar en la mística del puro encuentro con Dios es como apoyar los ojos en una lámpara y no ver absolutamente nada. A Dios se le ve en el objeto de su Amor: El que da de comer al hambriento y da de beber al sediento, da de comer a Dios y da de beber a Dios.

La parábola describe una realidad de manera que la razón no pueda atraparla. Salta por encima de la lógica y así posibilita la entrada en el corazón. La parábola no es el capricho de querer ocultar las cosas, sino la necesidad de hacerlas comprender en el espíritu. Pero si las parábolas se analizan y se traducen a un lenguaje que no sea racionalmente agresivo, entonces la parábola se convierte en un cuento infantil. De tanto querer acercar a Dios al pueblo haciéndolo inteligible, las religiones han matado su espíritu, porque ya no hay alimento para él: Todo se queda atrapado en la mente.

El que está dentro y mira hacia afuera, describe lo que está afuera. Los religiosos teístas tienen mucho que aprender de determinados ateos y agnósticos, porque cuando la negación de Dios no incluye la negación de los valores eternos, entonces tal vez eso sea signo de que ellos están más dentro de Dios que los propios religiosos que tienen la cara pegada a la lámpara y ya no ven nada más. Muchas formas orientales de espiritualidad en las que no se contempla al Dios religioso, ni en su definición ni en su forma, tienen la clave que falta para comprender el sentido pleno de la divinidad.

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