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01/12/2006

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la divinidad

texto 10

Ser auténtico es hacer prevalecer la verdad interior. No se puede hablar de autenticidad cuando un hombre habla de lo que ve fuera. La realidad exterior puede ser descrita según unas perspectivas circunstanciales, se puede hablar con sinceridad pero no con verdad; no es posible ser auténtico al realizar una descripción objetiva. Porque la realidad exterior no puede ser abarcada ni por un solo hombre ni por una colectividad, ni es posible ni tan siquiera llegar a vislumbrar la realidad profunda del prójimo.

Jesús de Nazaret conocía al Padre, y decía “el Padre y yo somos perfectamente uno”. Sólo en la unidad interior con el Padre podía hablar de Él con autenticidad. Los antiguos profetas que hablaron del Mesías, no hablaban de realidades que les llegaban desde afuera, como si Dios les hablara al oído y les informara de hechos que iban a suceder en el futuro. Los antiguos profetas, cuando hablaban del Mesías, estaban hablando de sí mismos. Y fueron perseguidos y muchos de ellos perdieron su vida dando testimonio.

Si un hombre que conoce a Dios quisiera hablar de Él no podría decir nada, no encontraría palabras, toda expresión le parecería falsa. El hombre que conoce a Dios siempre habla de sí mismo, y en el relato de sus propias vivencias asoma el rostro divino. Porque la única manera de dar a conocer a Dios, no como concepto sino como realidad espiritual, es en la expansión de las propias vivencias, apartando el ego y dejando sólo traslucir la espiritualidad trascendente, que es en la que Dios habla.

Las religiones sacan a Dios del corazón del ser humano y lo sitúan fuera. Esto lo hacen para poder tomar posesión de las conciencias de los hombres del pueblo. Si Dios está dentro del hombre, ¿qué autoridad religiosa podría manipularle? Pero los jerarcas de las religiones han sido seducidos por el poder, establecen leyes externas ajenas a la propia conciencia, la identifican con la voluntad divina y así evitan que el hombre pueda sentir la plenitud de poder discernir con verdadera Libertad en la Verdad.

Muchos teólogos, “tratadistas de Dios”, intentan llevar al plano ontológico los recursos lógicos: La sistematización. Ese dios estático, encerrado en conceptos y verdades dogmáticas, ese dios no existe. O mejor dicho, existe porque lo han creado, y es el que gobierna muchas de las iglesias dando falso testimonio y enfriando los corazones del pueblo que, una vez decepcionado, ya aborrece toda expresión de la espiritualidad y reniega de cualquier forma de obediencia a una realidad espiritual superior.

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